Música y banderas en la pista de aterrizaje para otro repudiado por Occidente. El presidente sirio, Bashar al Asad, ha regresado casi 20 años después a China en un viaje donde confluyen dos estrategias: la de Pekín, que pretende ahondar su huella en Oriente Próximo, y la de Damasco, necesitado de apoyo internacional e inversiones para reconstruir el país.Seguir leyendo....